El Día Internacional contra el Cambio Climático se conmemora cada 24 de octubre desde 2009, cuando la Organización de las Naciones Unidas estableció esta fecha para visibilizar los efectos del calentamiento global y promover acciones urgentes a nivel planetario. No se trata de una efeméride simbólica, sino de un llamado a enfrentar una crisis que ya está transformando ecosistemas, economías y sociedades. Chile, como país firmante del Acuerdo de París y parte activa en foros climáticos internacionales, ha asumido compromisos concretos: avanzar hacia la carbono neutralidad al 2050, descarbonizar su matriz energética, y fortalecer la investigación científica en zonas vulnerables como el norte árido y la región antártica.
Desde el Centro de Tecnologías Ambientales (CETAM) de la Universidad Técnica Federico Santa María, este desafío se aborda con ciencia aplicada, trabajo en terreno y colaboración interinstitucional. Nuestra labor no se limita a los laboratorios: se extiende a campañas antárticas, laboratorios-refugios altamente instrumentalizados instalados en la cordillera de los Andes, estaciones de monitoreo atmosférico en distintas partes del país y redes de cooperación nacional e internacional. Este año, participamos activamente en el XIV Simposio Internacional de Ciencias de la Tierra en la Antártica (ISAES 2025), realizado en Punta Arenas, donde compartimos resultados de la campaña Antártica ECA-61, coordinada por el Instituto Antártico Chileno (INACH). En ella, recolectamos muestras de nieve suelo de morrenas de los glaciares y realizamos mediciones de gases y aerosoles atmosféricos en diez sitios de la Península Antártica, incluyendo análisis de ozono troposférico, black carbon, meteorología y albedo, así como distribución y concentración de partículas. Estos indicadores permiten entender cómo la actividad humana altera la reflectividad de la nieve, acelera el derretimiento de glaciares y modifica la química atmosférica en regiones de alta fragilidad ambiental.
La desertificación, por otro lado, avanza silenciosamente, pero con fuerza. Según datos de la CONAF, más del 60 % del territorio nacional presenta algún grado de susceptibilidad a este fenómeno. En regiones como Coquimbo y Valparaíso, la pérdida de cobertura vegetal, el agotamiento de suelos y la disminución de precipitaciones están generando impactos profundos en la agricultura, la biodiversidad y la calidad de vida de las comunidades. Este proceso no solo es ambiental: es social, económico y político. Requiere soluciones integrales que combinen monitoreo, restauración ecológica y adaptación territorial, porque entendemos que el cambio climático no solo se mide en grados Celsius, sino también en partículas, gases y decisiones políticas.
En el otro extremo del país, los glaciares —verdaderos centinelas del cambio climático— están retrocediendo a un ritmo alarmante. Chile alberga el 82 % de los glaciares de Sudaméric[FC1] a y su pérdida implica mucho más que una disminución de reservas de agua dulce. Los glaciares regulan el clima local, alimentan ecosistemas estratégicos y actúan como archivos naturales que registran la historia atmosférica del planeta. Su derretimiento no solo eleva el nivel del mar, sino que altera patrones meteorológicos y expone nuevas superficies a la radiación solar, en un bucle de retroalimentación que acelera aún más el calentamiento global, en .
Estos datos no son abstractos: son evidencia concreta de cómo la actividad humana impacta la criósfera y con ello, el sistema climático global. Desde el CETAM, creemos que la lucha contra el cambio climático no se gana con declaraciones, sino con acciones concretas, aplicando la ciencia y la ingeniería a los problemas actuales, mediante la colaboración interinstitucional y con un compromiso sostenido. Por eso trabajamos en red con universidades, centros meteorológicos y entidades logísticas como las Fuerzas Armadas de Chile, fortaleciendo la capacidad nacional para monitorear, comprender y mitigar los impactos ambientales actuales. Nuestra presencia en ISAES no fue solo académica: fue una forma de posicionar la investigación chilena en el debate internacional, de mostrar que desde Valparaíso también se construye conocimiento de frontera en Chile y para el mundo.
CETAM en sus 17 años de existencia, ha desarrollado un ambicioso plan de investigación basado fuertemente en la generación de información ambiental, basada en mediciones de los distintos contaminantes orgánicos e inorgánicos en diversas matrices ambientales, como aire, agua, suelo, y biósfera, con la intención de levantar líneas de bases de estos contaminantes para el presente y el futuro. Esto ha implicado mantener y financiar el monitoreo de largo plazo de varios parámetros ambientales, varios de ellos por décadas. Solo realizando un monitoreo sostenido en el tiempo se puede lograr datos que sirvan para evaluar los efectos de estos contaminantes sobre el cambio climático. En la práctica, Lo que no se mide, no existe, y lo que no existe, no se toma en consideración, ni puede valorarse.
Este 24 de octubre, más que conmemorar, invitamos a actuar. A respaldar la investigación científica como herramienta de transformación. A entender que el cambio climático no es una amenaza futura, sino una realidad presente que exige respuestas locales con impacto global, a reconocer que, desde los laboratorios hasta las bases antárticas, la ciencia chilena tiene mucho que decir y un rol fundamental que jugar. Es absolutamente imprescindible conocer lo que está pasando en el hemisferio sur para poder entender en plenitud el problema del cambio climático y sus implicancias globales, así como para desarrollar estrategias para mitigar sus efectos locales y adaptarse a esta nueva realidad. El norte de nuestra investigación debe ser nuestro sur.



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